A pesar de ser uno de los países líderes en tecnología nuclear, Argentina enfrenta un futuro incierto en este sector debido a los recortes presupuestarios impulsados por la administración de Javier Milei. Proyectos estratégicos como los reactores CAREM y RA-10 se encuentran paralizados, poniendo en riesgo décadas de avances científicos y tecnológicos, así como la oportunidad de consolidar al país como referente internacional en la energía nuclear. Sin financiamiento estatal, el desarrollo del sector está en peligro, pudiendo afectar el posicionamiento global de Argentina.

Por Camila Herrero

La histórica apuesta de Argentina por la energía nuclear

Argentina ha sido históricamente un referente en la industria nuclear internacional. Desde la creación de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) en 1950, el país ha impulsado proyectos que lo han posicionado a la vanguardia de la tecnología nuclear, como la construcción de reactores de investigación y la puesta en marcha de centrales nucleares.

A nivel global, la energía nuclear es vista como un componente clave para una transición energética sostenible, ya que ofrece una fuente confiable y de bajas emisiones de carbono. En este contexto, el desarrollo de este tipo de energía a nivel nacional no solo contribuye a la seguridad energética, sino que también posiciona al país como un exportador de tecnología de punta.

Sin embargo, la actual administración de Javier Milei ha adoptado una política de recortes presupuestarios que ha comenzado a impactar negativamente en el sector nuclear. En 2024, más de 100 trabajadores nucleares fueron despedidos, la mayoría de ellos involucrados en la construcción de los reactores CAREM y RA-10. Desde la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), que está a cargo de ambos proyectos, han denunciado que la falta de financiamiento por parte del gobierno ha paralizado las obras, poniendo en riesgo la continuidad de estos desarrollos clave para el futuro energético del país.

CAREM Y RA-10: 2 proyectos clave paralizados

Los reactores CAREM y RA-10 son fundamentales para el posicionamiento de Argentina en el escenario nuclear global. El CAREM (en construcción) es un reactor modular pequeño que representa un avance significativo en términos de eficiencia y costo. Es modular porque sus componentes son ensamblados en fábricas y luego trasladados al sitio de instalación, lo que reduce costos y tiempos de construcción. Además, su tamaño reducido – con solo un tercio de la capacidad de un reactor nuclear convencional – permitiría su instalación en regiones remotas donde no sería viable construir reactores de mayor tamaño. Con una capacidad de 32 MW, el CAREM podría generar electricidad para unas 120.000 personas. Todo esto lo convertiría en una opción ideal para llevar energía a zonas alejadas.

A nivel internacional, Argentina se perfila como uno de los líderes en el desarrollo de reactores modulares de baja y media potencia, un segmento con gran proyección de crecimiento. Terminar la construcción del CAREM consolidaría a Argentina como un referente global en esta tecnología, con potencial para exportar reactores a otros países que buscan soluciones energéticas adaptadas a sus necesidades. Otro aspecto relevante es la promoción de la industria nacional: al menos el 70% de los insumos, componentes y servicios vinculados al CAREM son provistos por empresas argentinas, cumpliendo con los estándares internacionales de seguridad. Esta integración de la industria local no solo genera empleo y promueve el desarrollo tecnológico, sino que también refuerza la soberanía tecnológica del país.

El RA-10, por su parte, está diseñado para producir radioisótopos, sustancias radiactivas utilizadas en diagnósticos médicos avanzados, especialmente en el tratamiento de cáncer, cardiopatías y trastornos neurológicos. Este reactor no solo abastecería al mercado local, sino que podría generar exportaciones por más de 90 millones de dólares anuales para Argentina. La finalización del RA-10 significaría un avance en la capacidad tecnológica y científica del país, con un impacto directo en la salud pública y en la economía.

¿Por qué sucede esto? Argentina se enfrenta a una serie de desafíos legales, institucionales, económicos y políticos que ponen en juego su capacidad para aprovechar el potencial del litio. 

Por un lado, nuestro país cuenta con una estructura legal vinculada a este sector que es problemática para el aprovechamiento de su potencial. A nivel nacional, la actividad se enmarca dentro de la llamada “Tríada Jurídica de la Minería”, compuesta por la Constitución Nacional de 1994, el Código de Minería y la Ley de Inversiones Mineras. Este marco regulatorio deja el recurso en potestad de las provincias (como todos los recursos naturales) y establece demasiados beneficios a los emprendimientos mineros que terminan por reducir la capacidad del Estado para captar renta de la actividad y reinvertirla en sectores estratégicos vinculados. Por ejemplo, con una mayor capacidad para captar recursos, el Estado podría invertir en Investigación, Desarrollo e Innovación orientado a agregar valor al recurso y generar un mejor posicionamiento de las exportaciones. 

Derivado del desafío que plantea la estructura legal, cabe mencionar que la provincialización de los recursos naturales a partir de la Constitución de 1994 ha generado desafíos en términos institucionales y de gobernanza y de planificación en torno al litio. La necesaria articulación entre la nación y las provincias, consecuencia de esta reforma, provoca que sea necesario generar espacios institucionales para desarrollar la gobernanza de un recurso con tanta demanda internacional, que requiere aprovechar una ventana de oportunidad en el tiempo. Asimismo, como el recurso es potestad de las provincias, las estrategias de concesión, explotación y captación de la renta corresponden a este mismo nivel jurisdiccional. Esto puede representar un problema en términos de planificación estratégica nacional, factor fundamental para lograr un mejor aprovechamiento de los recursos que tiene el país para posicionarse en el mercado internacional. En este sentido, es necesario que la nación y las provincias que cuentan con este recurso generen instancias de articulación y elaboración de una estrategia nacional del litio, a fin de potenciar las capacidades productivas del país. 

Además, pese a su potencial estratégico, el litio aún no cuenta con una estructura legal propia, sino que se enmarca dentro de la actividad minera general. La generalidad con la que se aborda la actividad es una pérdida de oportunidad, soslayando las características particulares de este mercado en crecimiento. 

La falta de financiamiento ha provocado que estos dos proyectos, en los que se ha trabajado durante más de 10 años, se encuentren en una situación crítica. Argentina tiene la oportunidad de posicionarse en la vanguardia de la tecnología nuclear, pero el desfinanciamiento actual amenaza con perder estas oportunidades únicas. Además, la parálisis de estos proyectos afecta directamente a la posibilidad de atraer inversiones extranjeras, que ven con preocupación la incertidumbre que rodea al sector.

El sector nuclear argentino en crisis

La CNEA atraviesa una crisis interna por esta situación de desfinanciamiento. En el mes de abril del corriente año, las y los gerentes de área de la CNEA emitieron un comunicado expresando su preocupación: “Queremos comunicar a todo el personal nuestra preocupación por la situación presupuestaria crítica que está atravesando nuestra institución”.

Esta falta de recursos no solo afecta a los proyectos actuales, sino que también compromete el futuro de la investigación nuclear en el país. Como resultado de esta crisis, Adriana Serquis, expresidenta de la CNEA, presentó su renuncia de manera definitiva, luego de haber intentado en varias ocasiones dimitir ante la falta de respuestas. En su lugar, asumió Germán Guido Lavalle.

La falta de inversión en ciencia y tecnología afecta directamente al desarrollo del país, comprometiendo su capacidad de generar conocimiento y de insertarse en mercados internacionales de alto valor agregado. Argentina, que ha sido un referente en la formación de ingenieros, científicos y técnicos nucleares, corre el riesgo de perder este capital humano si no se revierte la tendencia actual. El país tiene la oportunidad de consolidarse como un exportador de tecnología nuclear, pero para ello es necesario que el Estado recupere su rol activo en la promoción y financiamiento de esta industria estratégica.

En un contexto global donde la energía nuclear es clave para reducir las emisiones de carbono, frenar o abandonar los proyectos nucleares en Argentina es un grave error estratégico. Mientras potencias como Francia, Reino Unido y China avanzan con nuevas plantas para asegurar su suministro energético y cumplir objetivos de descarbonización, Argentina retrocede, afectando tanto su capacidad de generar energía limpia como su posicionamiento geopolítico en un sector en crecimiento.

Es urgente que el Estado recupere su rol activo en financiar proyectos como el CAREM y RA-10, no solo para garantizar su continuidad, sino también para capitalizar su potencial en la generación de empleo, desarrollo industrial y exportaciones tecnológicas.

El desfinanciamiento impuesto por la administración de Javier Milei no solo amenaza con frenar proyectos clave como el CAREM y el RA-10, sino que también pone en riesgo el valioso aporte de nuestros científicos, ingenieros y técnicos, cuyo talento ha posicionado a Argentina como un referente en tecnología nuclear.

Recuperar el apoyo estatal no solo garantizaría la continuidad de estos desarrollos, sino que permitiría al país consolidar su relevancia en los mercados internacionales de energía y tecnología, sectores donde la innovación y el conocimiento argentino pueden marcar una diferencia significativa.